Pasión por enseñar

10 días después, marcha un post en honor al día del Maestro (11 de Septiembre acá en Argentina). Cuando pienso en la docencia, por mi mente pasan las imágenes y recuerdos de varios maestros, pero él que más me inspira es el de mi abuela, Lía Dalotto de Femopase. Crecí revisando sus cajones, jugando con sus papeles y dibujos, pero recién de grande aprendí a admirarla. Esos papeles y cajones que revisaba estaban llenos de ideas didácticas, proyectos a medio hacer, y de apuntes de su mayor sueño: hacer un libro de alfabetización utilizando la Biblia. Era muy inquieta, siempre estaba buscando nuevas ideas.

Profesión: maestra apasionada.

Así como mi abuela, hay muchos docentes inspiradores sueltos por ahí que aman lo que hacen. De hecho, estoy haciendo mis tesis acerca de ellos, los docentes ideales. Entre las investigaciones que he encontrado, una de las características que más se enfatiza es que son personas que demuestran pasión por lo que hacen. Y si bien parece algo simple, si les pido que hagan memoria y enumeren de entre los docentes que han tenido en su vida a aquellos «apasionados», «cebados» diríamos por estos lados, esos que se nota que quieren que aprendas, comprometidos con su tarea…desgraciadamente creo que los dedos de una mano les van a alcanzar. No son fáciles de encontrar.

Se podrán estar preguntando qué tiene que ver esto con nosotros, los «docentes» de una hora y media por semana. Y yo diría que mucho. Tenemos sólo una hora y media por semana para ayudar a los niños a aprender y fijar las verdades divinas en sus absorbentes cabecitas. En muchos casos estamos a cargo de la única hora y media en la semana en la que tienen oportunidad de escuchar y aprender del amor de Dios. Hace falta aclarar más acerca de la importancia de nuestra tarea docente? Elena de White, en el libro «Consejos para la Escuela Sabática» dice:

La idea de este post era la de «renovar nuestros votos docentes» (lo escribí y se me escapó una carcajada, pero no lo voy a borrar, creo que deja clara la idea). A veces la rutina, el cansancio, la falta de apoyo y «demases» situaciones,  van apagando, enfriando el entusiasmo y la «pasión» por enseñar. Hoy es un buen día para pensar en cómo estamos, cómo nos sentimos con respecto a esta tarea, y para contárselo a Dios. No podemos dar algo que no tenemos. No podemos contagiar entusiasmo por la salvación, ni inspirar a nuestros alumnitos a amar a Dios, si no lo estamos viviendo, si ello no es algo que nos apasiona, que determina nuestra vida. Hoy es un buen día para renovar nuestra pasión por la Verdad, y nuestro entusiasmo por contagiárselo a otros.

No siempre vamos a ver los resultados. Eso seguro. Mi abuela falleció sin haber visto publicado el libro por el que había trabajado con tanta pasión. Pero estoy segura que Dios bendijo su esfuerzo. Estoy convencida que ningún esfuerzo guiado por Dios es inútil. No importa cuántos recursos tengamos (o cuánto presupuesto nos larga el tesorero ja), ni si tenemos 3 o 30 alumnos, o no se, lo que sea, lo importante es cuán comprometidos estamos con lo que hacemos. Del resto se encarga Dios.

Me despido con el final feliz de la cita anterior…

pd: ya que estamos en tema…se acuerdan de este post?